DESCRIPCIÓN
En nuestro paso por la ciudad de Mérida, aprovechamos la ocasión para buscar un sitio donde comer algo típico de la tierra. Mirando y valorando las diversas opciones que encontramos por internet, fuimos a parar a La Extremeña, habiendo reservado el día de antes por teléfono.
La atención recibida fue bastante buena, nos ofrecieron en interior o en terraza. Aquí es donde hablaremos de nuestro primer punto, dado que si vas con niños recomendamos más el interior. La razón es que la terraza se encuentra cruzando una calle no peatonal, por lo que podríamos no estar tranquilos del todo.
El interior goza de varias partes: la barra, la cual hay que atravesar si se desea acceder al comedor; un primer comedor a la izquierda; un patio interior, si continuamos de frente que se encuentra cerca de los baños; y una sala aparte con dos mesas, algo más privada, que se encuentra al atravesar el comedor.
Hay que mencionar que este espacio algo más apartado del resto tiene la decoración típica de una casa, algo que nos introduce un poco a lo que pretende ser este lugar; cocina típica en un lugar típico. Una mesa de aspecto (y no tan aspecto) antiguo con sillas antiguas. Como centro de mesa un candelabro viejo con velas que han sido usadas y en la pared un mueble que también parece tener sus años. A nosotros nos pareció muy pintoresco y curioso aunque para según qué tipo de personas puede no gustar.
Siguiendo con lo que nos ocupa, procedimos a sentarnos en este lugar, pues la mesa era grande e ideal para nosotros cinco. Tras una agradable descripción de lo que nos vamos a encontrar y de las diferentes bebidas que podíamos pedir, pues tienen diversas marcas y tipos de cerveza incluso de la tierra, nos dispusimos a ojear la carta que aquí os mostramos.
Nosotros hicimos una mezcla; por un lado pedimos una serie de tapas a compartir para los niños y por otra, pedimos un menú degustación para dos. Huelga decir que todos tomamos de todo, pero ahí estaba la gracia, tener una amplia gama de opciones.
Vamos a comenzar por el menú degustación para dos y comentar todo lo que probamos. Comprobaréis que algunos platos se repiten con respecto a las tapas pero, a pesar de que en la carta hay una gran variedad de platos, de algunos presentíamos su éxito y por ello también los pedimos.
El menú degustación no incluye bebida, ni siquiera agua, lo cual sería de agradecer.
Como primer plato llegó la Ensalada de Codorniz, un pato que de seguro solo tomaríamos los adultos y nos daría un toque fresco, ideal para el día de calor al que nos enfrentábamos. Esta contiene pasas y tiene una reducción al Pedro Ximénez. Según nos comentaron, es en honor a la caza extremeña. Tiene un sabor muy dulzón y bien integrado con las pasas. Es bastante agradable al paladar pero no sobrepasa los límites de lo que significa la palabra «ensalada».
Lo siguiente en aparecer del menú degustación fueron las Esferas de Morcillas de Guadalupe. Esta morcilla no lleva arroz y su fondo es picante con un sabor bastante potente. A nosotros nos encantó, pero es cierto que a quien no le guste mucho la morcilla no verá encanto en este plato. Si te gusta, pídelo sin dudarlo.
Siguiendo con la ronda de platos, le tocó el turno a los Cigarritos de Patatera. Son contundentes y sabrosos. La salsa acompaña perfectamente y, desde luego, es para rebañar.
Sin embargo, el plato estrella de todos fue el Risotto con queso de La Serena, propio de la tierra. Es muy cremoso con fuerte sabor a setas y champiñones. A su vez, el queso está muy presente lo que hace una mezcla de sabores ideal.
Tras estos, se dieron paso al último plato y al postre. El primero de ellos fue el Solomillo con Salsa Suprema. El que nos trajeron como tapa, del cual hablaremos después, estaba en su punto, pero el que nos sirvieron en el menú degustación estaba demasiado hecho y muy seco, incluso para los que les guste tomarlo bastante hecho. Fue un punto bastante negativo en la lista.
El postre se trataba de una Leche Frita. Estaba bien hecha y no deshacía. Además poseía un fuerte sabor a vainilla. Sin embargo, no esperéis nada más. Es eso, leche frita… nada más. Cabe destacar que estos dos últimos platos tuvimos que reclamarlos y se mezclaron la carne con los postres, ya que habíamos terminado todos los demás platos.
Comentado el menú degustación al completo, pasaremos a las diversas tapas que pedimos para compartir. Para la pequeña, ¿qué pedimos? ¡Exacto! Calamares a la Romana. De este plato poco hay que decir y poco hay que innovar, calamares fritos acompañados de un poco de ensalada.
El Pisto con Huevos de Codorniz tiene un sabor previsible. Se trata de un pisto con huevo encima… eso sí, bien ejecutado pues las verduras tenían un tiempo de cocción correcto.
Otra tapa que probamos fue la del Queso al Romero. Gran olor y sabor a romero sin nada más que añadir. Chorro de aceite de oliva y nueces por encima completan el plato.
Pedir la tapa de los Cigarritos de Patatera fue un acierto pues gustó a todos. Un rollo de salchicha con salsa de pimienta. En este caso traía tres unidades que sumadas a las dos que traía el menú degustación hicieron un total de cinco, uno para cada uno.
Llegó la tapa del Solomillo con Salsa Suprema. Al igual que ocurrió con los cigarritos, en este caso traían tres unidades. Tal como habíamos reseñado anteriormente, en este caso el punto de cocción fue al punto. Aunque los hayamos puesto por este orden, esta tapa, en realidad, llegó antes que el correspondiente al menú degustación. La cantidad de trabajo que tenía la cocina y los camareros era menor en este caso por lo que creemos que después se vieron desbordados y ese fue el motivo por el que después nos llegó demasiado hecho.
La último tapa que ordenamos fue la de los Chupachus de Carne y Queso tipo Torta Extremeña que, de hecho, pedimos dos. Se trata de una especie de flamenquines pero en versión esférica, eso sí, repletos de queso. Los niños lo devoraron y no es para menos pues, a pesar de parecer un plato simple, tiene un sabor muy agradable e ideal para los amantes del queso.
Además de la leche frita del menú degustación pedimos tres postres para compartir y así probarlos entre todos. Uno de ellos fue el Coulant de Chocolate Blanco o Negro, con helado de avellana. Está bastante bien pues su helado de avellana en la parte superior y su corazón de chocolate blanco lo hacía especial. Su sticks de chocolate también acompañaban muy bien a este postre, lo cual le daba un toque de originalidad.
La Tarta Extremeña de Almendra tenía un sabor increíble con mucha presencia de la almendra. Eso sí, la textura es más de bizcocho.
Por último, la Tarta de Queso al Horno estaba muy bien pero no llegó a las expectativas. No se trata de una tarta de queso convencional, pero el sabor a queso estaba bastante ausente.
Llegado el momento de pagar, el precio fue lo que esperábamos. Por cinco personas la cuenta ascendió a 99,20 €. La cantidad estuvo aceptable, ni mucho ni poco sino lo que se espera por ese precio.
RESUMEN
Un lugar cuyo lema «Visión actual, todo el sabor tradicional» hace honor a lo que ofrecen. La comida, en líneas generales, estuvo bastante bien. El servicio fue bueno, las camareras educadas y agradables las cuales te explican todo. Pero cuando el restaurante comenzó a llenarse empezamos a vislumbrar de lo que adolece este local… falta de personal. La sala donde estábamos fue completamente abandonada donde en ningún momento aparecía ningún camarero lo que provocaba que tuviéramos que reclamar platos y bebidas en varias ocasiones. Esto, evidentemente, genera cierto malestar.