INTRODUCCIÓN
Íbamos a pasar unos días en la capital europea, Bruselas. Desde allí teníamos pensada algunas excursiones por nuestra cuenta como, por ejemplo, a las famosas ciudades de Gante o Brujas. Al ser amantes de la historia y teniendo en cuenta la cercanía de Waterloo, no lo pensamos dos veces y decidimos dedicarle poco más de medio día a visitarla.
Nosotros cogimos el tren desde la estación Midi, aunque también se puede coger desde la central o la norte. Si queréis ver horarios y precios del tren con más exactitud recomendamos esta pagina, pues es la que usamos nosotros. En la misma estación también hay máquinas muy sencillas donde sacar los tickets.
DESCRIPCIÓN
Al llegar, el tren nos deja en la estación principal. Desde esta podemos coger un autobús que para en el centro o bien pasear unos quince minutos por la Rue de la Station como hicimos nosotros.
Justo antes de terminar la calle vamos viendo ya la Iglesia de San José. Esta iglesia belga del siglo XVIII, como su nombre mismo indica, está dedicada a San José (modelo espiritual de Carlos II). Está construida sobre una antigua capilla del bosque dedicada a Santa Ana, que fue incendiada. Los habitantes quisieron reconstruirla pero nunca reunieron suficiente dinero para ello, hasta que Francisco Antonio de Agurto, marqués de Gastañaga, decidió que esta capilla sería una buena idea para remediar la esterilidad del enfermizo Carlos II, y así se hizo.
Después de entrar y disfrutar de su interior nos vamos al edificio que está justo a su derecha, el antiguo presbiterio. En él se encuentra actualmente la oficina de turismo, donde fuimos a informarnos. Cabe destacar que una mujer muy simpática y con un perfecto español nos explicó todas las opciones que teníamos y nos buscó la mejor combinación.
Las tarifas eran las siguientes:
- Museo Wellington: 7,5€ (6,5€ para jubilados, estudiantes y menores de 7 a 17 años).
- Memorial: 16€ (13€ para jubilados, estudiantes y menores de 7 a 17 años).
- Último Cuartel General de Napoleón: 5€ (4€ para jubilados, estudiantes y menores de 7 a 17 años).
- Granja de Mont-Saint-Jean: 7,5€ (6,5€ para jubilados, estudiantes y menores de 7 a 17 años).
Los menores de 7 años no pagan nada.
También tenemos la entrada combinada que es la que nosotros escogimos finalmente:
- Museo Wellington + Memorial + Último Cuartel General de Napoleón + Granja de Mont-Saint-Jean. (20€ adultos y 16€ jubilados, estudiantes y menores de 7 a 17 años).
Una vez teníamos ya nuestras entradas y tickets para los autobuses que íbamos a necesitar, lo primero que hicimos fue dirigirnos al Museo Wellington, el cual se encuentra justo en frente, solo debíamos cruzar la avenida. Este ocupa una antigua posada del siglo XVIII que el Duque de Wellington convirtió en su cuartel general los días 17 y 18 de junio de 1815.
Seguidamente, al salir del museo, nos dirigimos a la parada de autobuses que está en la acera de enfrente. Tomamos el autobús que nos lleva al sur, hacia el verdadero campo de batalla. Al bajarnos, pronto vemos a lo lejos La Colina del León, de la que luego hablaremos.
En primer lugar, fuimos al edificio del Memorial que es el lugar de entrada para hacer el recorrido de las tres atracciones completas. El Memorial 1815 está enterrado a pie de la Colina del León e invita a vivir uno de los periodos más importantes de nuestra historia. Posee un amplio recorrido interactivo, con algunos efectos especiales. Dispone de una audioguía muy completa que nos hubiera encantado echarle algunas horas más, pero debido a lo justo que íbamos de tiempo nos tuvimos que saltar algunas partes. Pero, sin lugar a dudas, lo que nos fascinó estaba poco antes de terminar la visita al museo. Nos referimos a una película en 4D llamada En el corazón de la batalla, de Gérard Corbiau.
Después, continuamos visitando el Panorama. Se trata de un edificio redondo. En su interior podemos disfrutar de un inmenso lienzo, de ciento diez metros de longitud y doce metros de altura. Está totalmente restaurado, y reconstruye varias de las escenas de la batalla de 1815. Tiene una perspectiva impresionante ofreciendo una sensación tridimensional, debido a que se acompaña de unos efectos sonoros.
Enseguida acabamos con esta visita, pues aunque es muy interesante tampoco necesita mucho tiempo para verlo completo. Al salir de aquí nos encontramos, ahora sí, con la gran colina frente a nosotros.
La Colina del León se construyó en 1826, en el lugar en que se dice que fue herido el Príncipe de Orange. Para acceder a él hay que subir exactamente 226 escalones y desde lo alto se divisa un panorama excepcional del campo de batalla de Waterloo. Esta colina artificial tiene 45 metros de altura, acabando con el león subido a su pedestal, el cual simboliza el valor. Según cuentan, la fundición para realizar este trabajo se hizo con el latón de los cañones que los franceses habían dejado en el campo de batalla.
Luego podemos ir a Hougoumont, el complejo donde los británicos consiguieron contener el ataque de los franceses. Está a poca distancia del Memorial y durante la temporada turística hay una lanzadera gratuita que os acercará hasta allí. Nosotros no fuimos ya que queríamos ir al Museo de Napoleón y quedaba poco tiempo antes de su cierre.
De modo que nos dirigimos hacia el Último Cuartel General de Napoleón. Tuvimos la mala idea de ir andando los cuatro kilómetros que hay de distancia desde el Memorial que, aunque se puede perfectamente, el camino no es muy agradable. Lo mejor es tomar el autobús, pues tiene una parada delante del museo. En esta granja pasó Napoleón sus últimas horas antes de la batalla, donde planeó los últimos detalles. En su post contamos todos los detalles de nuestra visita.
Finalmente, es imprescindible visitar también la Granja y Cervecería de Mont-Saint-Jean. Se trata del lugar donde Wellington instaló su hospital de campaña en junio de 1815. En él recibieron atención médica más de siete mil hombres, apilándose en las esquinas de su patio las extremidades amputadas de estos valientes. Es en memoria de ellos y los cirujanos que se dispuso este monumento protegido.
Igualmente, en este lugar se puede visitar su legendaria microcervecería, así como conocer al maestro cervecero y probar la cerveza de Waterloo.
CONCLUSIÓN
Fue todo un acierto haber ido a esta ciudad, pues tiene muchísima historia que contar. Si sois amantes de la historia es una visita obligada y si no, siempre podréis ir a conocer sus calles y sus plazas y como no, es un buen sitio también para conocer la gastronomía belga. Un lugar que no os dejará indiferentes y que superó todas nuestras expectativas.
Aquí os dejamos un mapa resumen para orientaros con más facilidad donde podréis ver, de un solo vistazo, todos los lugares que os hemos mencionado en este post.
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