INTRODUCCIÓN
Estando por tierras andaluzas visitando a la familia, nos apetecía conocer más a fondo uno de los muchos pueblos blancos que tiene la zona y que mejor que hacer turismo por el que se considera la puerta de entrada a la ruta de los pueblos blancos; Arcos de la Frontera. Es uno de los pueblos más bellos de España destacado por sus calles estrechas y sus cuestas empinadas.
DESCRIPCIÓN
Lo primero que hicimos, antes siquiera de buscar aparcamiento, fue ir al mirador Los Cabezuelos, ya que llegamos temprano y no queríamos que el pequeño aparcamiento que tiene estuviera abarrotado. Desde este mirador tenemos una panorámica de casi todo el pueblo. Vemos cómo está enclavado en lo alto de una colina.
Nosotros visitamos el pueblo durante una mañana a nuestro aire, pero otra opción sería reservar un tour privado personalizado con un guía para recorrer la localidad.
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Después de contemplar sus vistas y hacer unas cuantas fotos, nos dirigimos a buscar aparcamiento e ir andando hasta el centro histórico. No recomendamos meter el coche hasta él, pues puedes llevarte un mal rato al pasar por algunas de sus calles extremadamente estrechas. Fuimos hasta el Parking Arcos, pues habíamos visto que se trataba de una gran explanada donde podíamos dejar el coche tranquilamente y de ahí empezar nuestra ruta.
Nos pusimos en marcha, pasamos por un puente por el que cruzamos la carretera y, de frente, nos encontramos unas empinadas escaleras que nos llevará hasta la parte alta del pueblo donde encontraremos el casco histórico.
Aunque el pueblo en sí no es muy grande, si os queréis empapar de su historia lo mejor es realizar una visita guiada o incluso un free tour donde descubriremos la gran influencia musulmana que tiene Arcos de la Frontera, uno de los pueblos más bonitos de España.
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En Arcos, la Semana Santa está declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Es una gran tradición y hay gran devoción, de ahí que lo primero que nos encontramos sea este monumento.

Siguiendo cuesta arriba, pasamos por la famosa Cuesta de Belén. Antiguamente llamada puerta de Jerez, de donde procede su nombre. En esta calle estaba una de las tres puertas por las que se accedía a la ciudad. Data de la época musulmana. Al final de la calle se encuentra la Oficina de Turismo a la cual entramos para pedir un poco de información.

Y, llegando a la Plaza principal del pueblo, nos topamos con la gran Basílica Menor de Santa María de la Asunción. Es la parroquia Mayor, más Antigua, Insigne y Principal de Arcos; títulos que le fueron concedidos por el Sacro Tribunal de la rota romana en 1764.
El templo está asentado sobre restos de una mezquita árabe, de estilo mudéjar, pero ha estado construyéndose durante seis siglos, de ahí que tenga una mezcla de estilos arquitectónicos importantes. La fachada principal es muestra de la conjunción del gótico final y el incipiente plateresco. Fue declarada Monumento Nacional en 1931.

Rodeamos la basílica y llegamos a la Plaza del Cabildo. En esta plaza nos encontramos en un lado el ayuntamiento, enfrente de este el Parador de Arcos de la Frontera, y en uno de los laterales el lateral derecho de la Basílica de la que hemos estado hablando.
En este lateral contemplamos la torrefachada inconclusa de la Basílica Menor de Santa María de la Asunción. La torre es de planta cuadrada y tiene tres cuerpos: portada, balcón y campanario. Las tres imágenes que observamos son las de San Pedro, San Pablo y la Vírgen Inmaculada.

En esta plaza hacemos una parada para descansar.
Justo en frente de esta torre tenemos otro de los muchos miradores de los que dispones en Arcos. Llamado el Mirador del Coño o Balcón De la Peña Nueva. Desde él tienes unas vistas de vértigo, y es que se encuentra en lo más alto del acantilado a unos cien metros de altura. Desde allí se puede ver el serpenteante río Guadalete, el cual bordea al pueblo, y vistas del Valle y la campiña.

Seguimos nuestro paseo y cruzamos por el Callejón de las Monjas, el cual está entre una pared posterior de la Basílica y la fachada del Convento de la Encarnación. Es una calle muy fotografiada por su estrechez y su bonita portada gótica del convento. Lo cruzan sus tres arcos de piedra por arriba.

Volvemos sobre nuestros pasos un poco para entrar a un pequeño callejón desde la Plaza del Cabildo. Es un callejón sin salida que nos lleva al Castillo Ducal, un antiguo alcázar militar del siglo XI de la época musulmana, y residencia de los Duques de Arcos. El actual castillo responde a las reformas que se le hicieron entre los siglos XIV y XV, solo conserva un gran arco de herradura en la vieja entrada del Poniente y un lienzo en el Suroeste.
Este castillo actualmente es de propiedad privada y no se puede entrar, según parece solo abre dos veces al año, pero nos conformamos con verlo por fuera.

Seguimos nuestro camino en dirección a la Iglesia de San Pedro, para ello veremos unas indicaciones desde la Plaza del Cabildo.
De camino nos llama mucho la atención una calle con las paredes llenas de cantaores flamencos.
Llegamos a la Iglesia de San Pedro, un edificio del siglo XVI asentada sobre restos de una fortaleza hispanomusulmana de época almohade. De ella se conserva una torre poligonal la cual esta integrada en la cabecera de la iglesia. Tiene tres cuerpos y encontramos a San Pedro entre columnas salomónicas en el segundo de ellos.

Para finalizar, y ya de vuelta al coche, nos disponemos a ir a un último mirador.
Pero justo antes de llegar a él nos encontramos un sitio perfecto para parejas. Se trata de un arco decorado con flores donde se puede leer «bésame en este arco»; es un bonito escenario para hacer unas fotos con un fondo espectacular pues ya estamos llegando al Mirador de Abades. Desde aquí se contempla el río Guadalete pasando por el Barrio Bajo o de María Auxiliadora y el Puente de Hierro o también llamado de San Miguel. También se puede divisar su embalse donde podemos encontrar una pequeña playa.

Como broche final se puede disfrutar en el pueblo de un espectáculo de música, concretamente de un recital de guitarra española en el Tablao flamenco Los Molinos.
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CONCLUSIÓN
La joya de los pueblos blancos. Un pueblo que te enamorará por sus calles, sus monumentos, sus fiestas y su gente. No se necesita mucho tiempo para disfrutar de él. Con muchos miradores desde donde poder disfrutar con sus espectaculares vistas.
Aquí os dejamos un mapa resumen para orientaros con más facilidad donde podréis ver, de un solo vistazo, todos los lugares que os hemos mencionado en este post.