Llegó un día que celebrar con la pequeña y, tras preguntarle a dónde quería ir a comer, tiró de «lo fácil» y optó por las clásicas franquicias a la que todo niño está acostumbrado a ir. Por ello, decidimos buscar un sitio con el típico parque de bolas para jugar. Y, de esta forma, dimos con el Restaurante La Almazara ubicado aquí, en Ciempozuelos.
Antes de seguir diremos que hay otros restaurantes en Valdemoro, aunque no todos tienen zona para jugar los niños, de modo que si vais a cualquiera que no sea el de Ciempozuelos os recomendamos preguntar.
En primer lugar, nada más llegar encontramos aparcamiento tanto dentro como fuera del restaurante.
El trato fue exquisito. Íbamos con reserva pero hay que reconocer que el comedor es bastante amplio. Las mesas estaban muy bien montadas y daba gusto verlo todo tan bonito. Si bien es cierto que lo único que podríamos destacar como aspecto negativo era que las mesas estaban bastante juntas y no respetaban la distancia COVID.
La atención fue increíble; incluso le cambiaron a la pequeña el vaso por uno de su color favorito. A nosotros nos dieron a elegir entre vino de Rueda, Rioja o Ribera del Duero; eligiendo este último y del cual no nos arrepentimos en absoluto.
Al pedir, lo llevábamos bastante claro desde casa. Los adultos optaríamos por el Menú de Fin de Semana y los niños por el Menú Infantil que incluía 3 horas de juego en el parque de bolas.
No obstante podéis ver toda la oferta en la web oficial del restaurante.
Empezaremos por el de los niños, quienes comieron bastante rápido para poder irse a jugar y lo cierto es que sirvieron muy rápido a estos.
Podían elegir entre cinco platos diferentes, donde ellos eligieron; pasta boloñesa el mayor, y Pizza la más pequeña. Platos contundentes pero sencillos. Nada que ver con el de los adultos, los cuales veremos más adelante.
En dicho menú también estaban incluidos el postre y la bebida. Helado para uno y natilla con galleta para la otra. Mientras esperaban para tomar todos juntos el postre, se fueron a jugar. Y es que esa es otra de las ventajas, que pueden estar «yendo y viniendo» cuando les plazca.
Para los adultos había un gran variedad de platos a cual más apetecible. Empezaríamos por unos aperitivos a compartir compuestos de chupito de remolacha con crujiente de jamón y aceitunas gordal rellenas de mejillones de la Ría.
En el centro, para cada dos personas, nos trajeron lomo ibérico y queso curado; foie micuit con pan de especias y compota de manzana; croquetas caseras de jamón; y steak de mango y pollo (aunque este último lo trajeron un poco más tarde).
Los sabores fueron, en líneas generales, muy buenos. El foie con la compota de manzana era muy agradable y con mucho sabor; el chupito de remolacha muy fresco y los steaks impresionantes.
A continuación tocaba elegir un entrante individual entre fabes a la asturiana o salmorejo cordobés. Ambos nos decantamos por el salmorejo (como buenos andaluces que somos) y así comprobar la elaboración y el sabor.
Lo cierto es que aprobaron con nota, pues sí que nos recordaba a ese salmorejo de la tierra tan fresco y contundente.
Como plato principal, la oferta a elegir estaba entre cuatro platos de carne y dos de pescado. Nosotros elegimos la Lubina a la bilbaína con langostinos y verduras al wok; y la carrillada guisada al vino de Oporto respectivamente.
La carrillada estaba en un perfecto punto de cocción y, como punto fuerte además del sabor, habría que resaltar que el plato era bastante abundante, lo cual se agradece.
La lubina estaba perfectamente hecha y las verduritas eran un gran acompañamiento.
Llegados a este punto, ambos estábamos muy llenos y, sin embargo, tocaba pedir postre. Lo cierto es que había bastantes postres donde elegir, aunque nosotros optamos por el coulant caliente de chocolate y helado de galleta María con chocolate; y el famoso Muerte por chocolate.
El coulant; perfecta elaboración donde se aprecia el chocolate caer tras abrirlo por la mitad.
El Muerte por chocolate; una explosión de sabor que, en contra de lo que esperábamos, no se hace nada pesado.
Ya no cabía nada más en nuestros estómagos. Tanto fue así que era la primera vez que no pudimos con los postres a pesar de lo rico que estaban.
Sin embargo, y como broche final, nos trajeron unos chupitos, café y té. Una forma muy agradable y placentera de terminar con la comida y que además estaba incluido en el menú.
Esto último pudimos tomarlo con tranquilidad gracias a que los niños estaban muy entretenidos en el área de juegos. Además, en dicho parque se encontraba una monitora, lo que hacía que estuviéramos muy tranquilos.
Nos hubiera gustado tomar una copa para así darles también más tiempo a ellos y disfrutar del parque, pero no nos fue posible porque no nos entraba nada más.
El precio lo sabíamos de antemano porque teníamos muy claro lo que íbamos a pedir. Fueron dos menús infantiles y dos de adultos de fin de semana, lo que ascendió a 72 €.
RESUMEN
Atención exquisita, servicio inmejorable y amabilidad en el personal. Comida de calidad y muy abundante. El parque infantil para los niños es todo un acierto y el precio se ajusta al servicio que ofrecen. Un lugar muy familiar que permite un rato de tranquilidad mientras los pequeños juegan.
¿TE HA GUSTADO ESTE POST? QUIZÁ TE INTERESE…