Como sorpresa del día del padre organizamos una buena cena con un tipo de cocina que a todos nos gusta, pero que no es precisamente fácil encontrarla en calidad y con un buen precio. Dadas las buenas críticas del restaurante Trattoria Pizzería Noi Del Sud, nos decantamos por ir y probar.
El local no hace para nada justicia al tipo de comida que se sirve en su interior. Un lugar muy pequeño, con tan solo cinco mesas dentro y que, a pesar del gran esfuerzo que hacen por cumplir con las normativas anti COVID, no dejaba de darnos la sensación de estar algo apretados.
Lo que sí es cierto y es conveniente recalcar es la amabilidad de las personas que nos atendieron. Nos sentaron en una mesa y estuvieron preocupadas de que estuviéramos cómodos, lo cual se agradecía.
Una vez nos hubimos sentado, nos ofrecieron la carta en físico (no se tocaba puesto que era grande y la ponían en una mesa auxiliar) y en digital con código QR.
Una dato curioso y grato a mencionar es que nos aconsejaron primero pedir la comida debido a que todo se hace artesanal y así podían ir empezando a elaborarlo. Después pediríamos la bebida y la entrega de platos sería más «en tiempo».
Además de los clásicos refrescos y algunas cervezas italianas típicas como la Peroni, tenían tanto vino italiano como español.
Y… empezaron a llegar los platos. Como entrante pedimos una auténtica pasión para los turófilos (amantes del queso); Provolone Gratinato. Una cazuelita de queso fundido acompañada de pan recién horneado que despertaba el sentido del gusto. Un buen entrante con el que empezar al que todos atacamos sin piedad.
El siguiente que hizo aparición fue el plato con el que siempre se acierta con los más pequeños; la pizza Quattro Formaggi. Con unas dimensiones más que generosas y repleta de queso. Se pudo apreciar que no escatimaban en cantidad. Además, la masa tenía un sabor estupendo y no se parecía en absolutamente nada a las que se pueden tomar en cualquier franquicia.
Casi a la par siguieron trayendo el resto de platos. Esta vez le tocaba el turno al de Spaghetti Carbonara. A pesar de que el aspecto no es especialmente diferente al de cualquier otro lugar, cabe mencionar que este llevaba panceta, huevo y queso pecorino. Este fue el plato de nuestro hijo de 10 años… un niño que le gusta comer en grandes cantidades y que, a pesar de su enorme apetito, pudo quedar saciado.
Siguiendo el orden, nos llegó la Pizze Calzone. Aquí debemos hacer un inciso y es que la fotografía que os vamos a mostrar a continuación no hace justicia a la calidad del plato. En la imagen se puede ver una pizza calzone más como podemos encontrar en cualquier restaurante. Pero lo cierto es que en su interior tenía un relleno de rocotta, chorizo, tomate y mozzarella impresionante. A su vez, un toque picante se hace presente a medida que vamos probando bocados de este magnífico plato. Gran calidad de ingredientes y abundante cantidad. ¡Casi pueden comer dos personas! Uno, quizá, de los que más recomendamos probar.
El próximo en la lista era el de Medaglioni ripieno Porcini. Unos medallones rellenos de boletus y queso con crema de trufa y nata. Un sabor algo menos común entre los típicos platos de cocina italiana a los que estamos acostumbrados, pero que merece la pena probar si os gusta el sabor del boletus y la trufa, ya que con cada porción se hace muy presenten en boca.
Por último, llegaron los gnocchi ai 4 formaggi. Aunque el sabor era bastante bueno, no dejaba de ser un plato un poco más típico que cualquiera puede hacerse en casa. Una pasta de patata con nata, gorgonzola, parmesano y provolone. No obstante, si sois amantes de este tipo de plato, siempre estará recomendado.
A pesar de que estábamos más que satisfechos, decidimos probar algunos postres para compartir. Era casi obligado, sobre todo para comprobar si la calidad de la comida se extendía también a este complemento. ¡Y acertamos! Totalmente artesanales y muy alejados a los postres más comunes que ofrecen en otro tipo de restaurantes.
Aunque en la carta había algunos postres, nos ofrecieron otros que no estaban. Nos decantamos, finalmente, por el tiramisú… sí, este es más típico (aunque todas las reseñas aconsejaban probarlo); y el cannoli siciliano.
Empezaremos por el tiramisú; un postre con un fuerte sabor a café y muy bien ejecutado.
Y terminaremos con el broche de oro; el cannoli siciliano. Un postre que os recomendamos enérgicamente que probéis pues es un sabor diferente y con una textura bastante novedosa. Una masa enrollada en forma de tubo (de ahí su nombre) relleno de queso ricotta con pistacho espolvoreado por encima y una salsa de frambuesa a parte para servir al gusto.
Cuando creíamos que habíamos acabado, nos despidieron no sin antes ofrecernos unos ricos licores; sin alcohol para los niños, con alcohol para nosotros.
Por un lado, uno de hierbas y otro de crema; por otro dos de mora y uno de manzana. Una forma muy elegante de despedir una buena comida.
Con respecto al precio; 77,70 €. Una factura de una maravillosa cena para cinco comensales (2 adultos y 3 niños). Una cantidad que nos pareció muy bien.
RESUMEN
Un local muy pequeño que no hace justicia a la cocina que practican, pues esta podría ser perfecta candidata a la de un restaurante de más alto nivel. La comida muy buena y MUY abundante. No se aprecia en las fotografías a causa del diámetro de los platos. Un precio más que razonable para unos sabores de gran categoría. Una carta muy extensa y no por ello calidad descuidada.
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