INFORMACIÓN BÁSICA
DESCRIPCIÓN
Buscando aparcamiento decidimos dejar el coche en la explanada que hay justo en frente de la estación de RENFE. Es una zona espaciosa que en fin de semana tiene sitio de sobra para aparcar. Ahí comenzamos a medir nuestro recorrido que pasaba por seguir todo recto, subir una cuesta, y dejar a nuestra derecha las vías del tren que quedaban en una posición inferior.
Siguiendo por el camino y dejando atrás una preciosa urbanización de casas bastante grandes, llegamos hasta una bifurcación (marcada en nuestro GPX) donde cogimos a la derecha para empezar nuestra ruta.
Hay que mencionar que seguimos una ruta en Wikiloc y que, como veréis más adelante, estaba totalmente desactualizada (de ahí que no la colguemos en este post).
Tras bajar la cuesta de la foto y volver a subir, avanzamos hacia donde se encuentra la verja que nos separa de las vías de tren, continuando por un camino elevado siguiendo a estas a nuestra derecha.
Después de varios metros andando llegamos hasta un parking de tierra. Lo rodeamos y torcimos a la derecha empezando por una vía ancha que nos acompañó durante un tramo largo del camino.
Seguimos por él durante largo tiempo. En este tramo no hay nada especialmente reseñable, solo que subiremos bastante y después bajaremos… varias veces.
Tras dejar atrás todas las diferentes fincas que nos encontramos, empezamos a apreciar un poco más la naturaleza que nos rodea teniendo, además, unas preciosas vistas.
Cuando pensábamos que el camino no podía ser más aburrido, por fin vislumbrados algo un poco más emocionante, especialmente para los pequeños. Un pequeño sendero que se desmarcaba de la vía principal, por el que subimos y pasamos.
El camino se estrecha y el follaje se vuelve más abundante. La cantidad de viandantes se reduce considerablemente y empezamos a apreciar un camino más empedrado y, como no, unas vistas aún mejores.
Conforme vamos ascendiendo vamos mejorando. A la izquierda, la ciudad; a la derecha, la naturaleza.
Este punto lo hemos marcado en el GPX como un buen lugar para hacer una fotografía, e incluso para parar a beber algo de agua o incluso comer algo si los más pequeños se fatigan.
Cuando comenzamos el descenso debemos elegir entre alargar algo de camino o coger por cuestas más empinadas que requieren de algo de cuidado para descender por ellas. Nuestros hijos, como buenas «cabras montesas», eligieron bajar por la parte empedrada y más empinada.
Después de dos cuestas como esas, pasamos a subir ligeramente otra más donde nos encontramos ante un cruce de caminos. A la derecha iremos hacia la presa sin terminar. Es importante tener en cuenta este punto del camino pues, si no deseamos andar demasiado, al volver aquí, tendremos que desandar lo andado para regresar al punto inicial. De esta manera habremos hecho varios kilómetros, pero no los mencionados arriba.
Nosotros giramos a la derecha para ir hacia la presa, un lugar de visita obligada por las vistas y su historia.
La presa de El Gasco es una presa inacabada, construida a finales del siglo XVIII sobre el río Guardarrama. Estas obras se hicieron en el contexto del canal del Guadarrama, por el que se pretendía hacer un canal navegable que uniese fluvialmente este río, el Manzanares, el Tajo y el Guadalquivir hasta llegar al Océano Atlántico.
El resto de la historia es muy interesante y recomendamos leerla aquí.
La naturaleza también acompañó y era precioso ver en esta época del año los almendros en flor.
Cruzamos una arboleda muy bonita donde muchas familias hacían parada para extender una tela sobre la hierba y tomar algo. Nosotros decidimos seguir.
Hay que mencionar que la afluencia de público era considerable y los caminos algo estrechos. Advertimos que es conveniente llevar a los más pequeños de la mano para evitar sustos innecesarios.
Llegamos a una colina que nos ofrece unas vistas maravillosas de la presa, un punto marcado en nuestro GPX como ideal para tomar algunas instantáneas antes de continuar nuestro descenso hacia ella.
Hay que tener especial cuidado en toda esta zona ya que una caída puede ser muy peligrosa. No solo en el descenso, sino después en la propia presa. No existe ningún tipo de barandilla o similar que impida una caída e incluso la forma de sortear determinadas rocas puede ser por dos lados; uno MUY peligroso (escasos centímetros para pasar) y otro rodeándola por un camino más seguro. Es más que evidente que recomendamos encarecidamente tomar el seguro.
Una vez bajamos por el camino serpenteante, llegamos a la presa. Cómo se puede apreciar el curso del río y la vegetación en este punto es impresionante. Literalmente… impresiona… ¡y mucho! Aquellos que tengáis vértigo no os recomendamos que os acerquéis lo más mínimo. Sobra decir que los niños aquí han de estar estrechamente vigilados y muy controlados.
Lo que se aprecia en la fotografía es tal cual. Es decir, no hay nada entre nuestra posición y la imagen, de ahí que recalquemos la peligrosidad de acercarse demasiado.
Aquí decidimos parar. Buscamos un lugar seguro con rocas que poder utilizar como asiento y comimos un poco antes de continuar con la travesía.
Tras recoger todo y empezar a volver por donde vinimos, decidimos desviarnos ligeramente a mitad de ascenso para poder tomar una foto por la otra cara de la presa.
Como se aprecia en la imagen, la seguridad en este lugar es mínima y, como hemos dicho, impresiona.
Tras volver por el camino y traspasar la arboleda, volvimos al punto que mencionamos más arriba. La bifurcación donde podemos elegir volver, o continuar y disfrutar de más naturaleza.
La ruta que seguimos nos obligaba a seguir para finalizar, tras varios kilómetros, en una ruta circular… aunque el resultado no fue el esperado.
Lo cierto es que continuamos y entramos en un pinar que crujía con el viento. Había que tener en cuenta los estragos que provocó el temporal Filomena y había numerosas ramas caídas y árboles quebrados con los que había que tener un poco de cuidado.
En esta parte de la ruta nos cruzamos con muy poca gente y había «una paz» especial. Olor de la vegetación, mucha calma y solos la naturaleza y nosotros.
Todo este tramo se hizo muy agradable. Una vía bastante extensa nos permitía campar a nuestras anchas y lo único que se escuchaba era el susurro del viento y algún que otro ánade en el agua.
Llegamos a un pozo cerrado que dejamos a nuestra izquierda para continuar por el sendero.
A partir de aquí todo se estrechaba aún más, pasábamos por debajo de ramas y sorteábamos árboles caídos por la nieve que cayó en Enero. A lo lejos, casas enormes y preciosas se podían observar disfrutando, a su vez, de un camino tranquilo y muy poco transitado.
Continuamos por la ruta trazada durante varios kilómetros hasta llegar a un camino que en nuestro GPX figura como fin para darnos la vuelta y volver. Esto fue así porque el lugar por donde debíamos continuar, estaba vallado y cerrado al público. Seguir el sendero sin saber a dónde nos llevaría no habría sido buena idea, más aún teniendo en cuenta que el tiempo se nos echaba encima y con niños uno no quiere correr ningún tipo de riesgo, de modo que volvimos por donde vinimos y desandamos lo andado hasta llegar a la bifurcación que nos llevaba a la presa o a la vuelta del camino. En el archivo que hemos subido, empezamos a coger algunos atajos para hacerlo más corto. No eran especialmente complejos ni relevantes, pero también figuran en el GPX por si queréis coger por los mismos.
Para los pequeños se convirtió en una auténtica aventura; íbamos por la ruta y, de repente, tuvimos que volver porque… ¡no podíamos continuar! «Menos mal que supimos salir».
Volvimos por todo el sendero explicado en el post hasta llegar, nuevamente, al aparcamiento de la estación de RENFE, donde dimos por finalizada la aventura.
Es una ruta muy recomendable y merece la pena ver la presa sin acabar. Si tenéis tiempo suficiente, recomendamos seguir la ruta que seguimos nosotros que, a pesar de que tuvimos que dar la vuelta, ese trozo del camino fue más que interesante. El único problema observable era el inicio… un tanto monótono que tiene poco que ofrecer pero que pronto se descubre y nos deleita con unas vistas maravillosas. Hacemos hincapié en el especial cuidado que hay que tener al llegar a la presa.
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Ruta de Los Molinos (Navalagamella).
Ciertamente,a pesar de ese par de pequeños contratiempos,El Camino de los Sueños rotos,merece bastante la pena el verlo,recorrerlo y deleitarse,por vuestros consejos en la reseña.Gracias por mostrarnos y así,saber acerca de el.
Al menos en lo que respecta llegar hasta la presa y volver. Es un paseo más pequeño, pero es igualmente interesante. 😀